Para llevar a cabo el PEG es necesario un camino educativo que involucre a todos, es necesario hacer una alianza entre todos los componentes de la persona: entre el estudio y la vida; entre las generaciones; entre los docentes, estudiantes, familias y sociedad civil... Una alianza entre los habitantes de la Tierra y la "casa común". Una alianza que suscite PAZ, JUSTICIA Y ACOGIDA entre todos los pueblos de la familia humana, como también de diálogo entre las religiones. Para ello, es necesario tener en cuenta tres claves:
La primera de ellas es tener la valentía de colocar a la persona en el centro. Para esto se requiere firmar un pacto que anime los procesos educativos formales e informales que no pueden ignorar que todo en el mundo está íntimamente conectado y que se necesita encontrar, otros modos de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso. Poner en el centro el valor de cada criatura, en relación con las personas y con la realidad que las circunda, y se propone un estilo de vida que rechace la cultura del descarte.
La segunda clave es tener la valentía de invertir las mejores energías con creatividad y responsabilidad. La acción propositiva y confiada abre la educación hacia una planificación a largo plazo, que no se detenga en lo estático de las condiciones. De este modo tendremos personas abiertas, responsables, disponibles para encontrar el tiempo para la escucha, el diálogo y la reflexión, y capaces de construir un tejido de relaciones con las familias, entre las generaciones y con las diversas expresiones de la sociedad civil, de modo que se componga un nuevo humanismo.
La última clave es tener la valentía de formar personas disponibles que se pongan al servicio de la comunidad. El servicio es un pilar de la cultura del encuentro, servir significa trabajar al lado de los más necesitados, establecer con ellos ante todo relaciones humanas, de cercanía, vínculos de solidaridad.
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